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Dos vidas diferentes

DOS VIDAS DIFERENTES

Hay quienes pasan la vida entera quejándose y no solucionan nada. Hay quienes ven errores en todos lados y viven una vida de frustración. Hay quienes critican todo el tiempo y nunca comienzan algo. Hay quienes murmuran y llevan una estela de mentiras y chismes a su alrededor que destruye. Hay quienes viven en el pasado. Pero también hay hombres y mujeres creativos, eficaces, productivos, seres que piensan que no hay cosas imposibles sino hombres incapaces.

Hombres y mujeres que hacen de los errores oportunidades para comenzar de nuevo. Que ven en la verdad el arma más certera para alcanzar las metas. Y que hacen del servicio efectivo y la calidad total su estilo de vida. Son hombres y mujeres con visión de reino, con el corazón puesto en lo eterno, y no en lo efímero, en lo pasajero.

•          Conocí una vez a un hombre que alcazó todas sus metas en la vida. Sin embargo, antes de morir seguía pensando en hacer un poco más. “Si el Señor me regalara unos cuantos meses de vida haría unas cuantas cosas más”, decía a sus amigos. La vida de esta persona no fue fácil: una infancia en la pobreza, criado solo por su madre, pues su padre, alcohólico, murió cuando él aun era un niño, sin esperanzas de ir a la universidad por falta de recursos económicos. Pero en la adolescencia hubo algo que hizo la diferencia: conoció a Jesús, desde entonces su modelo, su inspiración y su norte fue Él, Jesucristo.       Ya nunca más fue huérfano porque Dios lo hizo su hijo. Con una beca llegó a la universidad, con calificaciones excelentes ingresó a un máster, y con el éxito laboral y empresarial culminó un doctorado en economía. Era hombre de pocas palabras, pero su vida impactaba. La elocuencia no era su fuerte, pero los hechos hablaban a gritos. No presionaba a sus subalternos, pero su ejemplo motivaba a todos a cumplir las metas. Reconocía el trabajo en equipo y valoraba el talento humano. Su vida anterior, la de la infancia, quedó en el olvido. No vivía del pasado, a pesar de que sabía de dónde lo había sacado Dios. Su corazón estaba lleno de gratitud. Sus días transitaban por el presente, y sus sueños volaban por el futuro, un futuro enmarcado en la voluntad de su Creador. Siempre se le oyó decir: “Si Dios quiere, vamos a hacer esto o aquello. En el nombre del Señor vamos a materializar todos nuestros proyectos”. Y la respuesta siempre fue un fuerte amén de sus empleados.

Una vez alguien le preguntó en una entrevista cuál era la clave de su éxito. La respuesta fue contundente: “administro bien lo que Dios me ha encomendado”. Era un hombre de fé, su lema fue “Todo es posible para el que cree, porque si Dios está con nosotros, quién contra nosotros”. Era un hombre bueno dirían algunos. Yo diría y más que eso: era un hombre de Dios. Y es que mentes brillantes que tienen temor de Dios pueden cambiar el rumbo de la sociedad en que vivimos, hombres sabios con un corazón puesto en el Reino, que ven en cada día una oportunidad de testificar del amor de Dios.

•          Pero también conocí a otro hombre que vivió una vida de frustración, una vida salpicada por la amargura. Para él los diás, las semanas y los años no eran una oportunidad, todo lo contrario, eran un castigo, un tormento. Vivió 55 años, y siempre se quejó de todo y de todos. El porvenir nunca existió y la culpable de su desgracia siempre fue –afirmaba él-- “la mala suerte”. Alguna vez le escuché decir: “Carlitos, es que el que nace para tamal del cielo le caen las hojas”. Según su manera de pensar, su destino –marcado por los astros—era la desgracia.  Cada vez que recordaba el pasado era para enumerar todas las y “tragedias” vividas: “fuimos muy pobres, eramos muchos hermanos, mi país nunca me dio la mano, mis amigos se aprovecharon, el gobierno es injusto, la calidad de la educación que recibí no fue la mejor, me tocó en suerte una mala mujer, y para completar mis hijos me salieron desagradecidos y me abandonaron. Qué le voy a hacer, esa es la vida”. Así remataba su discurso de lágrimas. Más que motivar a los demás y proyectar una imagen positiva de su vida, su intención era crear una atmósfera de lástima a su alrededor. El famoso “pobrecito yo, a mí nadie me quiere”, fue su argumento una y otro vez. Murió solo, en una sala de un hospital de caridad. Y nunca pudo encontrar la paz que buscaba, ni en esta vida ni en la otra.

Pero para los que tienen a Cristo en su corazón y ponen en las manos de Dios todo lo que hacen, la esperanza nunca muere. La Palabra de Dios dice en Romanos 8:38-39 “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Todo esto implica que en Cristo somos más que vencedores, que en Cristo somos más que ganadores. En el nombre de Dios podemos salir airosos en las batallas de la vida. Pero nosotros escogemos qué camino seguir el de la frustración y la desgracia o el del triunfo y las bendiciones.

QUE EL AMOR DE DIOS TE GUIE

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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CARGAS DE LA VIDA                           

Brenda era una joven mujer que fue invitada a escalar rocas.

Aunque esto le causaba mucho miedo, fue con su grupo a un tremendo risco de granito. A pesar de su miedo, se colocó el equipo, tomó un extremo de la cuerda y comenzó a enfrentar la roca. En determinado momento, llegó a un borde, donde pudo tomar un respiro.

 

Mientras estaba ahí, la cuerda de seguridad golpeó contra un ojo de Brenda y le sacó su lente de contacto

Bueno, ahí estaba ella en el borde de la roca, con cientos de metros bajo ella y cientos de metros sobre ella. Por supuesto que buscó y buscó, esperando que hubiera caído en el borde, pero simplemente no estaba la lente.

 

Ahí estaba ella, lejos de casa, con su vista borrosa. Estabadesesperada y comenzó a enfadarse, por lo que oró al Señor para que la ayudase a encontrar su lente. Cuando llegó a la cima, un amigo examinó su ojo y su ropa buscando la lente, pero no la pudieron encontrar. Ella se sentó, desalentada, con el resto de la gente, esperando a que los demás llegaran a la cima.

 

Ella miró a través de las montañas, pensando en el verso de la Biblia acerca de que los ojos del Señor observan alrededor de toda la tierra y pensó: "Señor, Tú puedes ver estas montañas.

Tú conoces cada piedra y cada hoja, y Tú sabes exactamente dónde está mi lente de contacto. Por favor ayúdame."

 

Finalmente, bajaron. Al pie de la montaña había un nuevo grupo de alpinistas comenzando a enfrentar el risco. Uno de ellos gritó: "Oigan, jóvenes! ¿Alguien perdió una lente de contacto?".

 

Bueno, esto hubiera sido suficientemente inquietante, pero... ¿Sabes cómo el alpinista vio la lente de contacto? Una hormiga se movía lentamente a través de la roca, cargando la lente.

 

Brenda me dijo que su padre era caricaturista. Cuando ella le platicó esta increíble historia de la hormiga, la oración y la lente de contacto, él dibujó una caricatura de una hormiga cargando una lente de contacto, diciendo:

 

"Señor, no sé por qué Tu quieres que yo cargue esta cosa. No puedo comérmela, y está extremadamente pesada. Pero si eso es lo que Tu quieres que yo haga, yo la cargaré para Ti."

Hablamos de cargas pesadas en esta vida... Decimos a diario ¿por qué a mi? ¿por qué tanto? ¿ qué hice para merecer esto? ... En esas cargas, en ese peso, en ese sentir que nos quebramos se esconden las grandes enseñanzas, las grandes pruebas, los desafíos...Podemos tratar de llevar esa carga y aún sintiendo que se nos doblan las piernas tratar de resistir, de seguir o podemos dejarnos vencer...

 

Todos pasamos alguna vez por una situación en la que no sabemos cómo seguir, en que las fuerzas se nos debilitan, en que queremos abandonar la lucha, dejarnos vencer. Pero no podemos hacerlo... Todo sucede por una razón talvez incomprensible en un primer momento pero pasado el tiempo cuando la carga desaparece o su peso es menor y tomamos distancia nos damos cuenta de cuanto crecimos, y de la enseñanza que encerraba ese pedacito de nuestra historia y así tenemos que entender que todo lo que vivimos bueno o malo nos prepara para ser mejores personas...

 

"Dios no elige personas capacitadas, Él capacita a los elegidos."

Mateo 11:30

"Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera"

Salmos 55:22

Echa sobre Dios tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo.

Mateo 11:28

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.

 

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